La multifuncionalidad concentrada*
*viene en empaque pequeño.
- Es estudiante de Ciencia de la Comunicación colectiva con énfasis en periodismo, tome usted en cuenta que cada palabra implica peso académico.
Cual pulpo polifacético, Sofía Chinchilla, de 19 años hasta el próximo San Valentín, se sujeta de cada oportunidad que se le presenta y no la suelta. Su vida es una recreación de la danza de las cien manos de Buda, pero con un ritmo acelerado y con pasos de salsa.
Un sabor a bizcocho sazona su vida apurada. El fresco leche de chocolate la endulza. Y su voz le añade frescura. Su voz combina con los ojos verdes, todo es claridad. Incluso el mundo de la política parece más limpio cuando ella lo describe.
Es estudiante en todas sus versiones, pero no tantas como para ser un Barbie porque “ella es demasiado rosada”. Es presidenta de la Asociación de Estudiantes de Comunicación, es productora ejecutiva del proyecto Rice and Beans, un conglomerado de comunicadores con espinas productoras, es Directora General de Frecuencia en Radio Universidad y lleva siete cursos de su carrera.
Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Comunicación Audiovisual y Multimedial, y Periodismo.
Siete cursos equivalen a 21 créditos, que exigen la inversión de 63 horas de trabajo académico según la Universidad de Costa Rica. Pero mentira, son mínimo 80 horas. Si la semana tiene 168 horas, su vida académica pesa en el 50% de su existencia como persona.
Pero ella es polifacética, y su vida no le alcanza. Toma cada oportunidad que se le presente, hace de todo y no deja de hacer nada. Todas sus responsabilidades son prioritarias, todas deben hacerse de primeras. Sin obviar que debe dar lo mejor en cada tarea que realice.
Tiene una mirada verde decidida, sus ojos verdes se abren más cuando habla de sus comu-pasiones y toda su atención se concentra en 1.53 m de altura que no se preocupa por objetos más arriba de su cabeza. Excepto la lluvia, todos se preocupan por la lluvia en Costa Rica.
La lluvia que encierra a los niños pequeños para que jueguen adentro y no se ensucien, una excusa que Sofi no necesitaba para leer periódicos desde pequeña. La Nación la condujo al periodismo, “siento que la Sofi de ocho años se habría orinado de la emoción”, dice, al recordar la visita de su ídolo, Michelle Mitchell, a la clase de Periodismo Informativo.
Su dilema (académico) más fuerte es la dupla producción - periodismo. Que, sea perioproductora o produperiodista, es lo mismo. Da el 100% de sí en ambas y no puede separarlas por prioridad. ”No voy a dar sólo la mitad y simplemente no me da la gana”, dice, en un tono rebelde que no combina con su altura.
Ser periodista (y productora) exige demasiado, aunque sepa que va por buen camino, eso implica sacrificios. Si la niña de ocho años la viera la mandaría a dormir más: lo necesita. Hablar del poco tiempo que tiene con su familia la hace bajar la mirada, recorre el borde de la página de su cuaderno repetidamente con el dedo. Encuentra apoyo en su lapicero y dibuja un par de anteojos, o bueno, parecen anteojos.
Su madre le critica que no sepa manejar su tiempo, “y tal vez sea cierto”, admite. Pero ella es así, aunque tenga conciencia de que es poco sano. De todas maneras, al final siempre lo logra todo. Ella insiste en que todo sale bien, al lado de su exigencia de máximo nivel todo saldrá bien.
O casi todo, dejó de nadar hace nueve años. Y nunca compitió por temor a llegar de última. Su miedo a fallar es una debilidad que acepta, “debería ser más segura”, dice. Pero sabe que no va a ser así, “estoy segura de que no soy la mejor, pero sé que no soy la peor”, señala.
Su voz sube y baja en un ritmo tranquilo, enojada, estresada, alegre, siempre suena genial. Tiene la maña cartaga del vos, aunque no molesta cuando lo sobreutiliza. Lo que molesta es que la vida no le alcance para narrar cuentos, pero no es así, igual #todovaaestarbien.
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